María
Aunque tratemos de olvidar para soportar, sabemos que no es fácil vivir en este país. Oír a diario ruido de sables y trompetas de guerra, se convierte en una pesadilla sin fin que puede conducirnos a la locura o a la muerte. Porque en mi país nunca han dejado de sonar las balas ni hemos dejado de llorar a los muertos. De esta guerra no se ha salvado nadie. Hermanas, hermanos, abuelos, hijos, tíos, nietos, sobrinos, y el grito de las mujeres que los parieron a todos. Por eso, cada vez que oigo una de esas noticias, pinto una rosa, para recordarlas. Un pequeño gran homenaje. Pero la guerra no ha terminado y por eso sigo pintando papelitos para no olvidarlas: con un lápiz, un recorte de periódico, una tinta roja, una crayola negra, o lo que tenga a mano. Y he juntado muchas. Más de las que quisiera. Algunas se van para otras manos y otras se quedan conmigo. Pero todas son María, la mamá, la hija, la abuela y la hermana de todas mis rosas.
Muriel Angulo
1995.....hasta el día de hoy